Diversos sucesos ocurrieron en la segunda novillada de la Temporada deGuadalajara, un accidentado festejo en el que fueron heridos Arturo de Albay Alejandro Fernández y en el que también se vieron las ganas y la valentía deRomán Martínez, que paseó una oreja y dio una vuelta al ruedo. De Alba fue trasladado al Hospital tras sufrir una cornada en la cara anterior del muslo derecho, con orificio de entrada de 12 centímetros. Alejandro Fernández pasó a la enfermería tras sufrir una fractura abrigada en el tercio medio de la clavícula derecha. Todo, en un bravo encierro de Maravillas.
La faena de la tarde la hizo Alejandro Fernández, que perdió sin embargo las dos orejas por sus fallos con la toledana tras torear con gran temple y profundidad. Sin embargo, el astado lo cogió de fea manera lanzándolo por los aires, lo que le causó la fractura de la clavícula derecha. Aunque intentó volver a la cara del toro, no le fue posible y se tuvo que ir a la enfermería. Lo pasaportó De Alba tras una buena serie al natural.
Se corrió turno entonces y Román Martínez puso banderillas en un tercio jaleado y aplaudido, más voluntarioso que acertado. Comenzó después la faena sometiendo al bravo astado de Maravillas, que embestía con transmisión, calidad y codicia. Se tiró a matar o morir saliendo prendido entre los pitones, siendo premiado con una oreja, que recogió su cuadrilla. Tras pasar por la enfermería, Román no quiso quedarse con las ganas, y paseó la oreja entre el clamor del público.
Antes, Martínez ya había hecho gala de su valentía novilleril, esa que que exhibió sin importarle lo que le pudiera pasar en todo momento. A su primero lo recibió a portagayola con el capote a la espalda y consiguió los olés más rotundos ya de pie en seis verónicas con el mentón hundido, con enorme temple y suavidad, a cámara lenta. Llevó al toro por tapatías al caballo y se lució después en banderillas para iniciar después una faena agarrado a las tablas por alto. Ya en los medios, toreó con buen aire con la diestra por momentos a un buen ejemplar, que humilló y tuvo fijeza. Tras una estocada entera delantera dio una vuelta al ruedo.
Con el sexto Román Martínez volvió a mostrar sus ganas de querer ser, pero la exigencia del astado terminó por imponerse ante las buenas intenciones del incipiente espada. Algo normal, teniendo en cuenta su bisoñez.
El quinto saltó al callejón y Arturo De Alba salió muy entregado y espoleado y ejecutó dos dosantinas y poncinas que fueron el momento cumbre de su faena. Sin embargo, el astado lo prendió por el muslo derecho durante largos segundos, quedando colgando del pitón, infiriéndole una cornada de 12 cm. Román se hizo cargo de pasaportarlo.
Anteriormente, De Alba derrochó voluntad y firmeza con el soso y mirón primero, ante el que aguantó parones en una labor variada con el capote y en la que luego destacó una dosantina con cambió de mano a la izquierda y unas ajustadas bernadinas. Dejó una estocada en el rincón y saludó una ovación.
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