Los primeros dieciocho años marcan el paso a la madurez. En el toreo dieciocho de alternativa son una vida entera aunque en raras avis como El Juli no se cumple este precepto. Hoy celebraba la efeméride de aquel 18 de septiembre de 1998 en Nimes cuando un niño quiso jugar a ser un hombre y desde entonces no se bajó del cetro del toreo. Dieciocho años que han hecho que su toreo llegue a la cumbre de su carrera con una nueva vuelta de tuerca. Más templado, más profundo, enganchando más adelante, más cerca… y la mano más baja. Muy baja. Bajísima.
Logroño fue testigo de una de las faenas de su temporada al enclasado quinto cuando la tarde parecía querer ser boicoteada por la mansedumbre del encierro de El Vellosino. Ahí fue cuando El Juli se echó la tarde a la espalda. ¡Qué faena! De más a mejor. Todo por abajo, exigiendo, con poder. Desde un quite de ensueño hasta el último pase de pecho. Una Puerta Grande que celebró una fecha importante en el mejor momento de su carrera.
La tarde también la defendió Diego Urdiales en ‘su casa’. Denominación de Origen Rioja. Aquí le quieren y él lo da todo para que esto dure. Le sacó todo lo que tenía al tercero, un toro noble aunque manso con el que lo puso todo. Y a punto estuvo de acompañar a Juli en la salida triunfal pero la espada le privó de un premio mayor. No fue el día de Morante con un lote abúlico como lo fue, en general, toda la corrida.
Cuajado, estrecho de sienes, el quinto fue el de mejores hechuras del encierro.El Juli lo sacó a los medios a la verónica antes de dejar un quite por chicuelinas de mano baja rematada con cordobina anudada al cuerpo de sometimiento e importancia. Le contestó Urdiales por el mismo palo pero en su aire. Así son los artistas. Lo cuidó el madrileño pues tenía buenas condiciones que después desarrolló como la calidad y la clase. La primera parte se basó en la mano izquierda donde surgieron naturales profundos, templados y de mano bajísima. Todo era entrega. Supo El Juli darle los tiempos, consentirlo para romperlo hacia delante. Ahí fue cuando tomó la mano derecha y, por donde parecía que estaba todo hecho, empezó a cuajarlo a lo grande. Tanda a tanda, cada vez con muletazos con la mano rozando el albero y combinando pases cambiados con circulares perfectos de principio a fin. Rotundo Juli, buen Vellosino. Mató de un espadazo y cortó las dos orejas.
Logroño tributó una calurosa ovación a Urdiales antes de que saliera el tercero. El de Arnedo lo toreó a la verónica de salida hasta dejarlo en la misma boca de riego. Después el toro cambio y se metía por dentro en banderillas provocando problemas a la cuadrilla. Cuando se quedó solo con Urdiales, el toro fue noble aunque sin ir entregado y el torero firmó momentos encajado y con importancia. Destacó la tanda de cierre que empezó por molinetes y en los que dejó los derechazos más relajados y de más empaque. Necesito un descabello tras una estocada entera pero valió para cortar un trofeo ante una afición rendida.
Urdiales rozó también la Puerta Grande en el sexto. El riojano estuvo por encima de un toro noble con el que volvió a demostrar que aquí no viene a cumplir con el expediente. Estuvo tesonero para sacar muletazos de trazo limpio y elegantes. Lástima que esta vez no estuvo afortunado con la espada y perdió un posible trofeo.
El segundo siempre salió con la cara mirando al tendido, desentendido de la suerte y cada muletazo de El Juli una consecución de arreones broncos. El madrileño buscó la fórmula por ambos pitones pero lo único que pudo hacer fue pasaportarlo dignamente.
Morante enjaretó cuatro verónicas de mano alta pero de bella estampa rematada con una media de fantasía en un quite al bien hecho y tocado de pitones primero. Ya apuntó la poca fuerza y nula raza que tuvo en la muleta en la que consiguió una tanda estimable, de toques suaves. No tuvo más y lo despachó con una media estocada. El cuarto, más hecho pero sin cuello, fue otro toro bajo de raza que no ofreció ningún lucimiento. Ante lo que tenía delante, Morante abrevió. Lo mató de estocada sin puntilla.
Hierro de Vellosino - EspañaPlaza de toros de Logroño. Segundo festejo de la Feria de San Mateo. Más de tres cuartos de entrada. Toros de El Vellosino, correctamente presentados y de pobre juego excepto el enclasado quinto.
Morante de la Puebla, silencio en su lote;
El Juli, silencio y dos orejas;
Diego Urdiales, oreja tras aviso y silencio tras aviso.