Cuenca. 22 de agosto. Es pleno verano y los toreros suman paseíllos como acumulan kilómetros sus furgonetas. Pero no hay ocasión, ni ganas, para la rutina. Hoy día todo tiene un motivo en el toreo. También la triple Puerta Grande de Morante de la Puebla, Alejandro Talavante y López Simón en la cuarta de feria. Y va más allá del triunfalismo.
Morante, precisión y esencia con el primero, sacó en el cuarto esa ciencia que por supuesto tiene aunque haya quien no quiera verlo. Talavante, en duelo de figuras, no iba a dejarse ganar la partida por el sevillano y le hizo de todo al quinto. De todo. A los puntos fue el triunfador con tres orejas. Y López Simón, el que aspira a ser figura, que se jugó la vida [¿Exageración? Ojo a la tremenda cogida que sufrió en el sexto] con el peor lote de una colaboradora corrida deZalduendo, en la que destacó sobremanera la calidad del primer toro y un segundo muy completo. Y es que aquí el que no aprieta no sale en la foto.
Vista su distraida salida, Morante paró al primero por chicuelinas antes de un puyazo que, sin ser fuerte, sirvió para afianzar al bien hecho primer Zalduendo. Sacó clase el animal y Morante se entendió con él a través de un toreo precioso. Toque suave, trazo aún más suave y una composición bellísima. Dos tandas de naturales de trazo largo y lento fueron la cima de una faena aderezada siempre con adornos surgidos de la improvisación y exacta en duración, porque al toro le faltó raza para lucir más su calidad. Estocada certera y oreja para el de La Puebla.
No ayudó que el cuarto fuera picado al relance en la querencia. Nunca le perdió la fe Morante, y poco a poco los muletazos fueron ganando profundidad hasta compactar una labor larga y de un mérito técnico mucho mayor de lo que pudiera entreverse. Afianzado y hasta encelado -parecía imposible- el animal en tierras de manso, Morante, descalzo, ‘regaló’ varios naturales de notable factura. Y entre medias, siempre, detalles de los suyos. El acero, desprendido y atrás pero entero le hizo ganarse el triunfo final tras intento de apuntillarlo y descabello.
Algo cuesta arriba aunque de menor trapío, el segundo quedó inédito en varas.Talavante lo recibió a pies juntos para luego quitar por gaoneras, siempre en los medios. Ya más cerrado entre las rayas del tercio lo llevó largo por los dos pitones, más rotundo en dos tandas verticalizando la figura sobre la mano derecha. Este fue otro buen toro, con clase y cierto brío hasta que se rajó. Fácil a espadas, Talavante amarró la oreja; el público pidió una segunda.
Talavante, hipermotivado, recibió con una especie de cordobinas de rodilla flexionada al bajo, cornidelantero quinto. Este empujó bien al caballo en un puyazo leve. Y siguió tirando de su inagotable ‘catálogo’ de suertes Talavanteen un inicio de rodillas en tablas y hasta por ayudados por alto. Apagado demasiado pronto el animal, Talavante tuvo que volver a echarse de rodillas para cerrar al alza una labor en la que él hizo todo. Y de todo. El acero no le quitó lo ganado antes: dos orejas
Sin la clase de sus hermanos, el tercero tuvo más emoción en su viaje. Y un punto mayor de peligro por sus derrotes a mitad de embestida. López Simónbasó su quehacer en la firmeza de planta y la alternancia de pitones para sacar más fondo al ‘Zalduendo’. Pinchazo y estocada caída de veloz efecto.
El de más romana, el sexto, empujó, derribó y se enceló en el caballo durante un peligroso tercio de varas. Y generó problemas en el segundo tercio. Llegó, muy vivo al tercio de muerte. Tuvo en el punto de mira, pues nunca se movió fjo en los engaños, a López Simón hasta que le terminó sorprendiendo y le cogió con violencia. El torero de Barajas lo aguantó todo, también el fortísimo golpe, en una labor de tanta valentía cono verdad. El volapie desde lejos y los medios, rotundo. Oreja de peso.
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