Demostrar que lo de ayer no fue casualidad era sólo cuestión de tiempo, yGarrido tuvo la oportunidad de refrendarlo en apenas 24 horas, las que separaban sus dos actuaciones en las Corridas Generales. Y las que separan también a un torero emergente de una realidad. A un aspirante de todo un candidato. Porque su paso por la Aste Nagusia ha servido a José Garrido para consolidar su nombre y exigir su sitio. Y porque ya es imposible contar la feria (y la temporada) sin echar mano de su nombre.
Pero es que además la actuación de Garrido sirvió de bálsamo a un festejo que iba camino del escándalo. Porque la corrida de Fuente Ymbro, muy seria y agresiva, fina y bien hecha, no tuvo ni poder ni raza. Y tales defectos le llevaron a pararse, defenderse o rajarse, según los casos, de forma muy evidente, de tal modo que al arrastre del quinto el público ya había mostrado con su comportamiento su decepción y disconformidad con el juego de las reses deRicardo GallardoCastella, muy centrado toda la tarde, y Perera, que toreó con primor al segundo en la media docena de muletazos que tuvo, no tuvieron material para voltear el ánimo de los espectadores que hubieron de esperar más de dos horas para mitigar su ira con ese sobrero redentor.
Con volumen, largo de viga, tocadito arriba de pitones, grande y serio, ese animal, sin tener una embestida uniforme, humilló y transmitió, y sobre todo dio importancia a todo cuanto hizo José Garrido, que fue mucho. Un inicio torerísimo para sacarse al toro a los medios, dos series con la mano derecha reunidas y de mano baja, un toreo con la zurda de muchos quilates, embraguetado y de mucha expresión, y un final de rodillas exquisito, sobre todo en un cambio de mano soberano. Faena grande, descrita con convencimiento, arrebato a veces y siempre con mucha pasión, rematada además de una gran estocada. Matías sacó los dos pañuelos a un tiempo para que saliera en hombros el torero de la Aste Nagusia.
Con la cara para delante pero enseñando las palas el tercero, fue un toro largo y musculado, que no acabó de emplearse en el saludo de Garrido y claudicó tras salir del primer puyazo. Le midieron en el segundo, una circunstancia que enfadó al público. Brindó al maestro Capea y se sacó con garbo al toro al tercio. Despacio y torero. Muy protestón en las primeras series, el astado de Gallardo. El torero, muy centrado y sereno, consiguió que no le tropezase el engaño a pesar del continuado calamocheo, pero el toro no transmitió y al pacense no le quedó otra que acortar distancias y dejarse rozar la taleguilla con los pitones para ganarse el reconocimiento de Bilbao.
Fuerte y largo el castaño segundo, reunido de cara. Fue el toro de más calidad del envío, pero apenas duró media docena de muletazos. Ya tuvo ritmo y tranco en salida en el capote de Perera. Humillando y colocando la cara. Apenas recibió castigo en varas y, luego de un precioso quite por chicuelinas deGarrido, en banderillas empezó a marcar querencia. Inició Perera al hilo de las tablas una faena que empezó con nota alta, porque el animal se desplazó con calidad, humillando y embistiendo al ralentí, pero apuntando ya la falta de fuelle que le impidió desplazarse de mitad de muletazo en adelante y que impidió al extremeño finalizar su labor en tono mayor, a pesar de su buena actitud.
Muy fuerte el quinto, bajo y ofensivo, cornidelantero, con desarrollo de pitón, musculado y agresivo. No se empleó en el caballo y marcó querencia en banderillas. Muy berreón en las primeras series, no le sentó bien la invitación dePerera a tomar el engaño y se defendió con malos modos, queriéndose quitar la muleta de la cara. Se quedó muy corto cuando lo probó por el lado zurdo y ante las protestas de un público cuya paciencia empezó a consumirse.
El primero, estrecho de sienes, enseñando las palas, cuesta arriba, musculado, astifino desde la mazorca, ya avanzó la seriedad y el trapío que traía el lote de Los Romerales. No acabó de desplazarse de salida, ni de emplearse en el peto. Le costó romper para delante al animal en el último tercio, donde Castella le planteó una faena firme, desarrollada en los medios, que se acabó cuando el toro se vio podido y comenzó a salir desentendido del engaño y con intención de marcharse a tablas. El francés se metió entre los pitones y se justificó antes de irse a por el acero.
Estrecho, serio por delante pero de poco perfil el cuarto, salió desentendido del capote de Castella. Muy suelto en los primeros tercios, no se empleó en varas, cortó en banderillas y apenas se interesó por el engaño en la faena deCastella, que principió su obra con muletazos sentado en el estribo. Muy convencido el torero, atacó al animal con la mano derecha a ver si respondía, ganándole un paso en cada cite, y así le engañó en una tanda con la derecha que tuvo su mérito, pero en la serie siguiente se fugó a tablas sin disimulo. Y ya no hubo modo de sujetarlo.
Hierro de Fuente Ymbro - EspañaPlaza de toros de Vista Alegre. Octava de las Corridas Generales. Media entrada. Toros de Fuente Ymbro, el sexto como sobrero, bien presentados, muy armados, de generoso trapío, pero escasa raza salvo el sexto, que tuvo emotividad en sus embestidas. De los titulares, sólo el segundo apuntó calidad, pero duró una serie. El resto de animales se rajaron, pararon defendieron en el último tercio.
Sebastián Castella, ovación y silencio
Miguel Ángel Perera, ovación y silencio
José Garrido, ovación y dos orejas tras aviso