La Puerta Grande de San Isidro 2016 se descerrojó por primera vez para Andy Cartagena y a punto estuvo de hacerlo, también, con todos los honores para Diego Ventura. Todo quedó en la foto de Andy en volandas por la calle de Alcalá después de un alarde de espectacularidad tanto en la ejecución como en la preparación de las suertes, unido a un efectivo uso del rejón de muerte, lo que le puso el triunfo en la mano. El presidente ni vio ni quiso, una vez más, aVentura. Si en 2015 le robó el rabo, esta vez quiso unánimemente dejarle sin la Puerta Grande. Una faena para los anales de emoción, riesgo y pureza que perdurará en la memoria. El rejoneo le debe el máximo trofeo.
El encuentro de Andy con el cuarto se convirtió en un espectáculo emocionante. Toda una lección de doma y rejoneo, tanto en la suerte como en la preparación y en la salida de cada banderilla. Con Cupido comenzó a calentarse el frío ambiente, para después clavar un violín con Humano. Tres cortas con Luminoso y un efectivo rejón le sirvió para tener en su mano las dos orejas que le abrieron la Puerta Grande.
Histórico fue lo de Ventura con el quinto. Diego no sabe hacer otra cosa que entregarse, innovar y combinar a la perfección la dosis necesaria de espectacularidad y pureza en las suertes que lo convierte en invencible. Desde que se dobló con Lambrusco para recibir al bravo quinto, hasta que salió Sueño, y nunca mejor dicho, porque lo que firmó Ventura fue solo apto para soñadores. Solo una persona de las más de 16.000 que llenaron en tres cuartos el coso venteño no lo vio. Toreó a caballo, se lo dejó venir de largo dando toda las ventajas al toro y se metió y pisó los terrenos donde hieren los toros. El presidente, que había concedido dos orejas apenas 20 minutos antes con la velocidad del rayo, se guardó el segundo pañuelo agarrado al pinchazo arriba -un pecado mortal- antes de un rejonazo sin puntilla en todo lo alto. Menudo ridículo, y ya van…
Si la actuación de Ventura quedó en una gran ovación fue porque el rejón de muerte quiso toparse con el hueso del noble segundo. Méritos hizo el luso-sevillano para el triunfo por el riesgo extremo en los quiebros con Ritz, el galope a costado dando la vuelta al ruedo completa cosido a la grupa o el final espectacular con tres rosas con el fenómeno Remate.
Andy Cartagena abrió el fuego con una actuación sobria al buen primero de Guiomar Cortés. El jinete destacó en banderillas con Sol y Sombra cuando llevó muy cosido a la grupa al toro y clavar en arriesgados quiebros. No fue a más la faena y enfrió al público. Con Pintas, remató con las cortas con gran reunión. Pinchó antes de dejar un rejón entero.
Manuel Manzanares sorteó al garbanzo negro hasta el momento del festejo, un toro que se emplazó en tablas -muy aquerenciado-. Le costó un mundo al alicantino encontrar la brillantez a lomos de Príncipe. Destacó el rejón efectivo de muerte con Secreto. Tampoco tuvo suerte con el sexto que, aunque de mejor condición que el tercero, no permitió el lucimiento del joven rejoneador.