fandiño pachuca
  











Cuatro orejas en cuatro horas. Ese fue el balance artístico y esa fue la duración del festejo a beneficio del comedor social de Santa María que ha tenido lugar en la plaza Vicente Segura de Pachuca. Si el rejoneador Emiliano Gamero fue el triunfador numérico, la faema más sólida y los muletazos mas sentidos de la tarde, los de mayor gusto y estética llevaron la firma de Iván Fandiño, que como Sergio Flores, templado, firme y asentado, cortó una oreja.
Fandiño lanceó con suavidad y cadencia al toro de Venadero, animal noble y con calidad a pesar de su tendencia a rajarse. Lo sujetó bien Fandiño en el tercio y allí edificó una obra en la que primó el gusto y la despaciosidad en todo cuanto hizo el de Orduña. Faena sabrosa, sobria y sentida, cerrada con apretadas bernadinas y premiada con una sola oreja por el pinchazo que precedió a la estocada.
De largo viaje, y acompasado ritmo, el de Los Encinos fue el toro de la tarde. Un animal que permitió una faena sólida y bien estructurada de Sergio Flores en la que hubo muletazos de trazo largo y asentado. Destacaron especialmente, por su pulso, los naturales de mitad de faena. Se pidieron las dos orejas a pesar de una estocada defectuosa pero el juez de plaza solo concedió una.
Abrió plaza Gamero, que puso en liza su sentido del espectáculo, variedad de cuadra y lidia alegre y vistosa, ayuna de tiempos muertos con un toro bravo y emotivo de Santa Fe del Campo. Brillaron por encima del resto los quiebros con Casanova y las piruetas con Pasión. Además remató su labor de un rejonazo fulminante.
Saldívar sorteó el toro de Xajay que hizo cuarto, otro buen ejemplar que tuvo duración y ritmo y al que se animó a banderillear y lo hizo con lucimiento el de Teocaltiche. La faena estuvo marcada por la decisión y la buena actitud, por encima de otras virtudes que le llevaron a saludar desde el tercio. Regaló un sobrero de La Joya al que lució en varas y volvió a banderillear con lucimiento pero en el último tercio el toro se vino abajo y la faena no despegó.
Menos suerte tuvieron Macias, que saludó a pies juntos al toro de Torreón de Cañas, que luego, posiblemente dañado de los cuartos traseros, se movió con dificultad en el último tercio. El hidrocálido se metió entre los pitones y puso empeño pero falló reiteradamente con los aceros. En manos de Juan Pablo Llaguno cayó el animal de menos juego, un ejemplar deslucido, parado y desentendido de Marrón, que únicamente permitió atisbar de un modo breve el toreo de calidad de este joven queretano, sobre todo en un inicio a dos manos de mucho sabor.