De Gallito dicen que dicen, pero, quizá, no aciertan a decir lo que hizo. El pueblo, la gente, hacer del toreo la tauromaquia de las gentes y para ellas. Con una visión propia de los seres superiores, con una visión nada ilustrada en lo elitista y sin embargo muy culta del toreo, quiso que el pueblo, el menos pudiente de su época, tuviera acceso al toreo que se pregonaba como el acto público más popular de España. Joselito, mitad gitano, mitad dios, nacido para la Tauromaquia como ninguno, supo ver tantas cosas del futuro de la Fiesta que apenas nadie a alcanzado a ver su estela. Hacemos la excepción del libro de 
Aguado, ‘El Rey de los toreros’.
Los reyes coronados por el pueblo existen. Un monarca que nace por pasión del pueblo, es Rey, porque es pueblo. Y cuando la tauromaquia latía hacia el arte del toreo, cuando iba puliendo la animalidad sobrante, cuando iba encajando en la moral, la ética y la esencia de los pueblos, supo que faltaba algo: que algo hecho para el pueblo no permitía el acceso al pueblo. Entonces las propiedades de las plazas eran de esencia privada y, como casi todo, era propiedad de maestrantes y otras asociaciones de genética medieval, que tenían al toreo metido en lo que hoy serían los pliegos de condiciones abusivos.
La idea de las Monumentales no la parió por una cuestión de megalomanía o desviación de egocentrismo. Los precios populares de las entradas de la Monumental de Sevilla son la prueba: precios a la mitad de los que entonces se pedían en la Maestranza. La ecuación de Gallito era mera lógica: liberar de costes el piso plaza, mas localidades para más a acceso a menos coste de las mismas. Desde luego, la cultura quizá no puede ser gratis pues, si dentro de ella ha de existir el artista, éste ha de vivir. Pero el acceso a la cultura no puede ser caro, no puede entrar en conflicto con las necesidades básicas del ser humano, porque, siendo la cultura elemento básico, incluso antes de ella hay otros a cubrir.
Además, si la cultura es una de las fórmulas de cohesión de un pueblo, son los poderes públicos los que han de hacer lo imposible para que su acceso sea lo menos oneroso posible. Sin embargo, la Fiesta de hoy es elitista. Cara y poco accesible. Los pliegos de condiciones de hoy se basan en los manejos económicos de cuando la era de Gallito. Porque perdió el pulso con las élites. Si hubiera ganado, hoy el toreo cultural sería elemento popular arrollador. Las propiedades publicas de las plazascopiaron las fórmulas de las propiedades privadas y en las dos últimas décadas hicieron del toreo un espectáculo para pudientes. ¿Porqué Sevilla anda con un balance económico tan ‘discreto’? Porque de cada cien euros que se paga por una entrada, mas de treinta no le llegan al toreo sino que van a las arcas de los dueños de la plaza.
En realidad, no podemos llamar cultura a una actividad supuestamente creativa en la que los costes primarios ( el inmueble) son superiores a los costes de creación. El arte de Morante es el mismo y quizá mas natural a la vera de un río que en La Maestranza. Las Lanzas de Velázquez son el mismo arte en la plaza de una aldea que en el Museo de El Prado. Aristóteles tenia la escuela en plena calle. El día que se revierta esta ecuación demoníaca, el día que haya más recursos para lo creativo y menos costes para lo primario no artístico, el toreo será de fácil acceso para el pueblo. Nadie pregunta por los balances del Museo del Prado, el Teatro Real o El Matadero de Madrid. Nadie pregunta porque la rentabilidad de la cultura es implícita a ella misma. De arraigo, de cohesión, de sensibilidad, de solidaridad, de convivencia, de identidad de los pueblos. Hoy, la subvención va a manos del arte administrativo que paga votos de barrigas agradecidas, de la ‘perroflautacultura’, o de la ‘cooltura’ tipo Arco, una perversión del termino cultura.
La cultura no es dar las respuestas para memorizar en un colegio, sino abrir el camino a las preguntas para ser resueltas por las gentes. Es lo mas natural de entre la naturaleza: pura en el sentido de humilde. La cultura ni siquiera son los museos: cementerios de cuadros y guardadores de ocurrencias. Cultura y arte es calle, luz, aire libre, toreo, pueblo. Es la aportación del ser humano al mundo inicial, para que este sea más completo, más habitable. Pero para todos. Nada que no puede ser accedido por todos es cultura. Y Gallito lo vio. Pero no le dejaron.