Pepe Cáceres, junto a Ernest Hemingway I 

El 20 de julio, fecha emblemática que en Colombia celebra el grito de la independencia desde 1810, también es fecha imborrable y conmemorativa para la afición taurina: se cumplen 30 años de la trágica cornada que le costara la vida -veintiséis días después- al más importante torero colombiano de aquellos años: Pepe Cáceres.
Fue en la plaza La Pradera de Sogamoso aquel 20 de julio de 1987 cuando el toro Monín con el hierro de San Esteban de Ovejas infirió mortal cornada en el tórax al momento del diestro entrar a matar. Aquella tarde Pepe Cáceresalternaba con el diestro español Antonio José Galán y el rejoneador Dayro Chica.
El torero colombiano se codeó con Pablo Picasso I linea-punteada-firma1
Fue algo impactante, el toro bastante fiero hizo por el torero al momento de recibir la estocada propinándole la cornada en el pecho contra las tablas de la barrera. Con el gesto mortal reflejado en su rostro fue llevado de inmediato en ambulancia hasta el hospital del Seguro Social donde le intervinieron de urgencia los destrozos en el tórax. Sin lograr volver a recuperar la conciencia fue trasladado a Bogotá donde falleció el 16 de agosto.
Al momento de su fallecimiento Pepe Cáceres contaba con 53 años de edad y 31 como matador de toros. Había recibido la alternativa en Sevilla el 30 de septiembre de 1956 de manos de Antonio Bienvenida y José María Martorell, confirmando en Madrid el 1 de mayo de 1957 con Rafael Ortega yAntoñete.
Su amor propio, su orgullo profesional, su casta y personalidad demostrada siempre en los ruedos le avalaron como uno de los mejores toreros americanos. En España fue siempre respetado como uno de los mejores orfebres del toreo con el capote, además de gran conocedor de la técnica torera. Varios años estuvo amparado por la Casa Dominguín que por aquellas calendas manejaron importantes plazas en América.
Pepe Cáceres, junto a Ernest Hemingway I linea-punteada-firma1
Como los grandes toreros de los años sesenta, supo ser gran figura dentro y fuera de los ruedos, codeándose con personalidades como Pablo Picassoquien por cierto le hizo un dibujo en su capote de paseo, y del escritor Ernest Hemingway que le siguió varias tardes que alternó con Antonio Ordóñez.
En su patria siempre se le consideró primerísima figura gracias a sus triunfos en todas las grandes ferias especialmente en Manizales donde ganó en seis ocasiones el trofeo oficial, y en donde reposan sus cenizas.
Pepe Cáceres supo amalgamar perfectamente el arte y clase del toreo español con el ímpetu y el coraje del indígena americano.