El ramo depositado en el patio de cuadrillas I
Memoria. Madrid siempre la tuvo. Ayer volvió a demostrarlo. El sepulcral minuto de silencio que honró la memoria de Iván Fandiño, ese torero que se entregó con verdad y sin concesiones hasta lograr abrir su Puerta Grande, fue secundado por los respectivos brindis posteriores de los tres novilleros en un día en el que el vestido de torear pesaba, como mínimo, el doble.
Pero no fueron los únicos gestos para honrar a Fandiño. Hubo decenas de homenajes anónimos. Uno de ellos se presentó en forma de ramo de flores en el mismo patio de cuadrillas. Concretamente, en esa esquina derecha al fondo. Muy al fondo. En ese final, se atrincheraba Iván para encarar cada tarde de luces. Las flores, en señal de respeto y duelo, estaban enlazadas con una cinta que rezaba ‘nunca te olvidaremos’. Allí, yacieron todo el festejo. In memoriam.
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