El Fandi en Alicante I
Volvió Cuvillo a echar una gran corrida. Pese a su desigualdad de hechuras y a la escasa presencia de algún toro como el quinto, el encierro de El Grullo embistió de cabo a rabo. Cada uno con sus matices, quizá de menos nota dentro de su manejabilidad, el lote de Cayetano, permitió a la terna disfrutar en este tramo de la temporada que se intercala entre San Isidro y San Fermín.
El toro de la corrida y seguro uno de los más completos de la Feria fue el primero, que lidiado en otro orden, seguramente hubiera sido indultado. Se llamó ‘Arrojado‘, nombre insignia en esta casa ganadera, y mantuvo el ritmo y el tranco desde su salida. El Fandi dio su espectáculo en los tres tercios, quitó por lopecinas, pareó con facultades y compuso una faena ligada y fluida, muy del gusto del público de esta tierra, que incluso pidió el indulto para el astado. Como el espadazo no fue muy ortodoxo sólo recibió una oreja mientras el toro era arrastrado en vuelta al ruedo.
El cuarto fue un jabonero alto y zancudo que sin terminar de humillar fue y vino con prontitud y alegría. Otro toro de muchas opciones al que El Fandi quitó por navarras, montó el lío habitual en banderillas y dispuso una faena alegre, de largo metraje y ritmo trepidante, que volvió a aceptar el tendido de buen grado. Después de media estocada y la lenta agonía del animal (sonaron dos avisos) le dieron otra oreja.
También tuvo clase y calidad el segundo y Talavante lo comprobó en el capote, que tomó con fijeza y ritmo. La faena de muleta tuvo, versatilidad y originalidad en su descripción y suavidad en el trazo. Pero le faltó algo. Quizá gobierno, quizá profundidad y más peso en el toreo fundamental. Le cortó una oreja el extremeño como al quinto que desentonó por presencia del resto del envío. Un animal terciado y de escasa entidad al que Talavante hizo muchas cosas y mató de una buena estocada al segundo intento.
Le faltó pujanza al tercero, pero también se dejó mucho. Cayetano inició rodilla en tierra una faena de corte y concepto clásico en la que sobresalieron por su despaciosidad las series sobre la mano derecha aunque al natural también hubo muletazos sueltos de buena nota. Mató al toro de un gran volapié que desembocó en una doble petición de trofeo, pero el presidente solo concedió una oreja que Cayetano, visiblemente contrariado, arrojó debajo del estribo y no paseó.
El sexto también resultó manejable pero fue de los seis el que menos se empleó y el de viaje más escueto. Cayetano anduvo entregado pero lo pinchó en dos ocasiones y su esfuerzo se quedó sin recompensa.
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