Tentadero en la Hacienda El Vizir I 
A las 12 en punto el sol estaba en su cénit. La Hacienda El Vizir brillaba sin necesidad de piropos. El olor a azahar inundaba este bello rincón de Espartinas a la espera de que florezcan las buganvillas para dar aún más porte a un enclave tan estratégico como romántico. Entre sus muros puedes encontrar cualquier mañana a Espartaco padre dictando su lección diaria a los chavales que quieren sufrir en sus carnes el sacrificio de ser torero.
María Luisa Guardiola, mujer de fuerza inagotable, y José León sintieron que el objetivo se había cumplido: 700 entradas vendidas y 9000 euros de recaudación para la laureada asociación Andex que llevan décadas ayudando a ‘sus’ niños con cáncer. La excusa, juntar a toreros de ayer para demostrar que el tiempo pasa pero que el toreo es un ente vivo. Paco Ojeda, Espartaco, Pepe Luis Vázquez y el propio compositor hicieron volar la imaginación que nos transportaba a otra década.
Cuando el toreo se hace se convierte en una entelequia. En lo que el recuerdo quiere. Fragmentos, segundos, instantes, movimiento. O lo sublima o lo destierra. Por eso, volvimos a cerciorarnos de que la revolución ‘ojedista’ da varios pasos más allá. Qué aún tiene una vuelta de tuerca más, como lo demostró el propio Ojeda treinta años después. La vaca como y por donde él quiere.
Tafallera de Espartaco padre I MUNDOTOROlinea-punteada-firma1
Con Espartaco llegó la sorpresa de su progenitor, Antonio Ruiz ‘Espartaco’, que se hincó de rodillas para dar una larga cambiada óptimo de facultades. No quería parar de torear: media abelmontada, tafalleras, molinetes barriendo el lomo de la erala… y una fuerza, una garra y una ambición que ha contagiado a tantas generaciones, siempre en el segundo plano pero con una importancia decisiva en gran cantidad de historias.
A Pepe Luis le acompañó Morante. Siempre pendiente de él, con un cariño especial que demuestra su admiración. También puso un par tremendo, citando muy despacio, gustándose, dejando a la vaca que se arrancase primero para después clavar con milimétrica perfección. Pepe Luis trasmite una delicadeza romántica que engancha.
Con José León llegó el espectáculo de Curro Reyes, histórico picador ya veterano que dio una clase magistral de picar en la yema. Un genio en lo suyo que no deja que pase el tiempo por él. El ahora compositor y poeta fue novillero en los años 90 pero no ha perdido la clase ni el buen gusto con la franela.
La fecha va camino de convertirse en un habitual del calendario. Una oportunidad necesaria para acercarse a otras tauromaquias. Al toreo de antes interpretado en sus orígenes. El recuerdo de lo efímero. La rocosa fragilidad que dan los años. Muñecas como únicas facultades. La vida.