Fue tarde emotiva, con un entradón en La Monumental para despedir a un grande. El torero mexicano más importante en los últimos 20 años dijo adiós en un mano a mano con Ponce, que no fue comparsa sino actor protagonista. Tuvo una tarde inspirada, redonda pese a sus fallos con el acero el maestro valenciano mientras el veterano diestro de Azcapotzalco se marchó con una oreja como rédito después de pasaportar un desigual encierro de Fernando de la Mora.
La sinfonía poncista arrancó en el segundo, alto y grande. Del saludo de Poncesobresalió la exquisita media de remate. Después de brindar a Zotoluco se sacó el toro tercio de modo elegante y se puso a torear con la derecha con gran naturalidad. Hubo expresión, relajo, improvisación y sentimiento, virtudes resumidas en una sola: toreo. El final, poncina incluida, desató la apoteosis. Más allá del premio, Ponce tuvo la virtud de poner alma, tacto y suliteza a un toro noble pero medido de raza, que recibió el premio del arrastre lento en gran medida por el trato que le dispensó su matador.
Más feo el cuarto, que no hizo nada esperanzador en los primeros tercios, pero a Ponce no el importaron los preámbulos, le puso empeño a la obra y su insistencia dio frutos porque, muy cerrado en tablas, le obligó a seguir la muleta jugando con las querencias y adobando el guiso con cambios de mano sobrenaturales. El grito consagratorio de ¡torero, torero! se escuchó mediado un trasteo que el público siguió con pasión. Una pena que la espada arruinara una obra mayúscula.
Ponce en un precioso remate I NTR TOROS
Cerró el festejo un berrendo en cárdeno voluminoso, que no terminó de desplazarse en los lances de recibo. Tampoco acabó de entregarse en el último tercio, donde muy a la defensiva, deslució el empeño del valenciano, que se afanó durante largo rato por sacar jugo del manso.
De preciosa lámina el primero, berrendo aparejado, al que Zotoluco saludó con una larga cambiada en el tercio y lo lanceó con suavidad. Luego al animal le costó desplazarse en el último tercio, quizá acusando su excesiva romana. El veterano torero lo trató con delicadeza, pero el animal pocas veces respondió.
El tercero, alto y montado, se dejó pegar en varas y esperó en banderillas, donde una tarde más Christian Sánchez saludó montera en mano. BrindóZotoluco a sus apoderados antes de llevar a cabo una faena de mucho corazón, en la que se impuso con capacidad y pundonor a un toro falto de recorrido al que dilató el viaje y remató de una gran estocada.
Al último toro de su carrera, bautizado como ‘toda una historia’, Zotoluco también lo saludó de rodillas en el tercio. Lo llevó al caballo con chicuelinas andantes y después de brindar a la familia volvió a ponerse de hinojos para comenzar la última faena vestido de luces, una obra amenizada con las nostálgicas notas de Las Golondrinas que resultó más emotiva que brillante por la condición huidiza del animal. Pero la afición, sensible y sensibilizada, lo sacó en hombros junto a Ponce. Su tarde y su trayectoria no merecía otro final.
Hierro de Fernando de la Mora - MéxicoPlaza de toros de La México, Ciudad de México (México). 13ª de la Temporada Grande. Toros deFernando de la Mora, el segundo premiado con el arrastre lento, bien presentados, con kilos y remate. Desiguales de juego.
Zotoluco, palmas, oreja y vuelta al ruedo tras aviso
Enrique Ponce, dos orejas, vuelta tras dos avisos