El Pana y Víctor Barrio I ROCKO
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Desde El cielo: Mis primera navidades sin la familia. Se me hacen raras aquí, mirándolo todo desde arriba…
Desde otro cielo : Bueno pues las mías si son extrañas también, pero con una diferencia, yo no las miro desde abajo. Acá andamos, bato, uno en el cielo y otro en lo que dicen que es el infierno.
– No diga eso, usted estará también por aquí, sólo que no nos podemos ver con los ojos, porque somos transparentes ahora, pero el infierno no es lugar para toreros.
– Negativo mi joven amigo, los toreros somos de todas partes donde haya pasión. La sangre cuando se derrama corre a la querencia de cada cual, a tu edad la mía iría justo donde tu estás ahora, allá entre las nubes blancas. La mía es sangre vieja, asaltada por los grados del tequila. La tuya aún era buena para transfusiones. Oye, me vas a permitir una pregunta. Yo siempre anduve en el pedo de que onda si me daba muerte un toro cuando era bien chavo, y nunca supe de ese suceso. A mi el toro me mató de viejo. Sácame tu de esta pregunta que nunca pude responder. ¿Qué has sentido al irte tan joven?.

– La verdad, maestro, no sé si morirme tan joven me ha provocado la tristeza de los que renuncian por obligación a las decenas de años que ya no viviré, o sólo me ha provocado el desgarro en el pecho de no poder abrazar ya a los míos nunca más, o acaso sólo es que morir tan temprano, pues sólo me ha negado la posibilidad de ser alguien en esto. O todo junto a la vez.
– Si que te madrugaste para morir, carnal, pero aliviánate. Si esas son tus cuitas, no has muerto, bro. Mira: seguirás viviendo muchos más años si siguen recordándote, seguirás abrazando a los tuyos mientras los tuyos sigan deseando tus brazos, y por lo de no haber llegado a ser alguien, ni te apures, has logrado ser lo que los demás aún no son: la muerte te hizo inmortal.
– No lo había pensado así maestro, una vez leí que sólo nos morimos cuando ya nadie pronuncia nuestro nombre.
– Neta, así es, amigo y, oye, ahorita que las locuras ya se nos están permitidas en estas tierras del nunca jamás, platiquemos torcidos por derecho, como los bien crazy,.. por ejemplo, si fueras árbol, que árbol serías.
– Yo la encina, maestro, ese árbol que es historia de mi país y que se aferra a la tierra por siglos y que da cobijo a la vida, que atrae al aire, a la lluvia, al sol, que resiste heladas, reinos, gobiernos, que acaricia becerros nacidos en su hierba, que alimenta a animales en una paz de equilibrio desde tiempos que no están escritos. La encina guarda cada día de vida y cada día de muerte, todas las risas y llantos de mi país, la encina es el símbolo natural de nuestra existencia como raza humana.
– Buen árbol la encina, torero. Yo sería… nomás puro nopal, al que los pendejos dicen cactus, pero es árbol valiente mexicano que se defiende sólo, independiente, de espinas apasionadas para que huyan los talamotes y que sale en todas esas fotos de bigotudos cuando la revolución , que anda por ahí, sembrado sin que que nadie lo siembre, por todo mi México. El nopal es inmortal. Basta con echar al suelo más sin agua que imagines un pedacito, para que nazca otro. Como el toreo. Basta nomas con echar un pedacito tuyo o mío a la arena para que nazcan otros toreros, miles de toreros, amigo.
– Maestro, permítame entonces otra locura. Y si usted fuera mujer que mujer elegiría ser. Yo la respondo: yo elegiría ser la mía, la que dejé ahí abajo, la que seria la madre de mis hijos, el rincón de descanso de mi talento, el pecho donde me permitía ser cobarde para regresar a ser valiente.
– Pues fíjate que andando tantas veces en ese río de tanto cauce que son las mujeres sin haber sabido nadar nunca, jamás me ahogué. Como le hice pues ni se. Nomás tragué agua a veces sin tenerle yo mucho afecto al agua. Pero no me ahogué. Un misterio porque, ¡uta¡ , que río con caudal no ahoga. Yo seria todas, carnal, ni una dejaría fuera de mi recuerdo y me reencarnaría en cada una de las que compartí cada una de mis pasiones, confesables todas y arrepentidas ninguna, porque una cosa es ser hipócrita y otra tener querencias a contra querencia de lo sano. El toreo ha sido mi vida porque tuve alma de torero desde antes de nacer de vientre de madre, como si un espíritu indio andara por siglos buscando cuerpo para ser torero y se topo con el mío, que sólo servía para ser ser torero.
– Somos distintos maestro, pero nos une ser toreros.
– Somos iguales porque cada cual es un ser humano que nació para ser torero. Somos iguales porque la muerte nos iguala, vale madres de donde uno es, nazca o el color de nuestra piel, hermano. Tu tan cuidadoso del cuerpo, de la disciplina, apegado a estar fuerte, preparado decís, yo, ya ves, en la orilla contraria. Pero lo dice el refrán, dos orillas, una misma agua.Ya lo dijo el poeta:
“Somos un río derecho
un corazón no resuelto”.
– Y nuestros enemigos, maestro, que son iguales en su país y en el mío. Cuanta barbaridad se ha escrito sobre mi muerte. Jamas le desee el mal a nadie y sólo crece con el sueño de ser lo que fui hasta el día de morir en una plaza.
– No mames, hermano, carnal, torero,… no son nuestros enemigos, son enemigos de ellos mismos, enemigos de la vida, enemigos del llanto, de la risa, alimañas emboscadas contra las pasiones, son pendejos sin causa, con la podredumbre en llagas de un alma de ceniza. Los toreros representamos todo los que ellos desprecian por la única razón de no haberlo logrado: amigo, padre, hermano, pasión, olor de piel, somos el rastro imborrable de la vida, el eco interminable de lo que grita el ser humano desde que existe el ser humano.
– No puedo entender porque no nos dejan ser lo que somos. Creo que mas que una batalla perdida se trata de que no existe batalla. Los toreros no somos de esa batalla. No sabemos ir a ninguna guerra.
– El toreo es un poeta levantado en armas, carnal. Eso somos, golpe a golpe, toro a toro. Así somos, muerto a muerto.
– Nadie puede prohibirnos, entonces.
– Orale, ni modo. ¿Quién puede prohibir a los muertos? El toreo es de los vivos antes de ser muertos. Si seran pendejos, quieren prohibir la sombras encarcelando a los cuerpos, pero nuestras sombras no nacen de los cuerpos sino de los sentimientos.
– Y el amor maestro, ¿fue importante en su vida?, En la mía si. Creo que amar me hizo mejor en todos los sentidos, y creo que si hubiera vivido mas años amar ocuparía el mismo lugar privilegiado que torear. No concibo vivir sin torear, ni vivir sin amar.
– Torear es una historia de amor apasionada. Si no es así es sexo sin más, que tiene su cualidad, su chiste, pero que suele ser reiterativo. A veces, carnal, vuestra generación reiteraba el toreo y eso no es torear, No podemos gustar a todas las mujeres todos los días, no seamos weyes, no somos vino de mesa sino vino de algunas mesas.Lo único que nos acerca a la eternidad es amar, porque las historias de amor encierran todos los secretos del mundo. Pero, de la misma forma que amar es una a una y a veces una a una para siempre, a veces, mano; torear es uno a uno. Torear y amar es no repetirse.
– Me dicen que se me termina el tiempo de esta conversación, ya sabe que aquí, en el cielo, debemos atender a miles de cuestiones sobre el mundo y sus gentes. Tratar desde aquí arriba que las personas sufran menos, lloverles copos de nieve de esperanza. Y en estas fechas se nos acumula el trabajo de convertir pena en alegría. A eso voy a dedicarme estas Navidades. Maestro Pana, a hacerle el quite a quien lo necesite … y usted, que va a hacer esta Navidad.
– Pues, Víctor,… nomas lo que hago todos los días. Lo único que se hacer. Torear.
– Claro. Feliz Navidad, maestro Pana
– Feliz Navidad, Víctor. Ahí nos vemos.