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Pontevedra está sola. Y es el único bastión que le queda al toreo en Galicia. Ya lo hemos dicho otras veces, pero es una verdad que tristemente hemos de repetir: es el último refugio. Es, por fortuna, un refugio de calidad. La Feria de La Peregrina 2016 contará, como publicamos hace poco, con figuras y nuevos nombres en un ciclo de gran nivel.
Ésa es, quizás, la clave: una oferta de calidad y un intenso trabajo con el entramado peñista y aficionado para no permitir que la fiesta, como ha ocurrido en otros lares, languidezca hasta ser presa fácil. El buen trabajo de la Casa Lozano con una plaza que es de su propiedad es loable per se y aún más dadas las circunstancias: se hace en una comunidad autónoma donde el toreo ha perdido enteros en cuanto a presencia social en las últimas décadas y frente a un panorama político dominado, cada vez más, por fuerzas antitaurinas.
Lo acabamos de decir de pasada, pero hay que incidir en ello. Pontevedra es una plaza privada y la gestión de la empresa se basa en una buena relación con sociedad gentes y hasta políticos de signos distintos. Prima, por supuesto, la búsqueda de entendimiento con las autoridades de turno en la ciudad, pero el empresario tiene las manos libres para invertir su dinero cómo quiere, en la oferta que él quiere y para relacionarse con su público de la forma que quiera. Tiene la libertad, en suma, para ser empresario. Esa es la parte buena. La mala es que está sola en todo el noroeste. La mala es que si desaparece, Galiciasería como Cataluña. Podríamos hablar aquí de Donosti, también propiedad privada pero en medio de un oleaje político brutal. Lo haremos en su momento.
Precisamente porque el Norte ha perdido mucho, no puede permitirse perder más. Pontevedra ha de fortalecerse un poco más cada año, en éxitos y en públicos, para lanzar la imagen más exacta del toreo en Galicia. Para servir de base a la reconstrucción del mismo en esa tierra o, al menos, para servir de ejemplo en otros lugares de España. Y esa labor compete a la empresa, si, pero también a toreros, ganaderos, aficionados y medios de comunicación. Hay que apoyar a estas islas de excelencia privadas en donde el toreo se mantiene sano en medio de un desierto de inactividad y olvido.