La mañana del martes las miradas de los turistas y visitantes de la Alcazaba se centraron en varios jóvenes que sostenían capotes y muletas en uno de los rincones del monumento y escuchaban atentamente a Ginés Marín. Con una voz templada y suave, y una mirada más dura, instruía a más de diez alumnos de la Escuela Taurina Diputación de Málaga.
‘Echo de menos vuestra postura,’ les decía Ginés, ‘La inocencia es mucho más bonita.’ Tomó la alternativa en el mes de mayo en Nimes, tras encabezar el escalafón de los novilleros. Su último triunfo en Santander, donde cortó tres orejas estando acartelado con Morante de la Puebla yAlejandro Talavante, sirve como preámbulo al sitio que desea ocupar ahora.
El torero, nacido en Jerez, lleva dos años consecutivos toreando en la feria deMálaga y explicó: ‘Mis sensaciones, a pesar de no haber cortado oreja en Málaga, han sido bastante positivas.’ Volverá este año, el 16 de agosto,ya como matador de toros en una tarde ‘ilusionante, no con la fuerza de un cartel de figuras, pero sí con interés. Ureña es un torero más que interesante para el aficionado y Galdós ha sido un novillero importantísimo.’
Durante las explicaciones que acompañaron su toreo de salón, la palabra ‘personalidad‘ salió a relucir en varias ocasiones y se pudo comprobar en las verónicas, chicuelinas y en los muletazos con ambas manos. Alguien le preguntó por su preferencia a la hora de torear, él contestó: ‘en mi caso va por épocas.’ Ahora se siente más cómodo con la derecha porque le resulta más fácil presentar la muleta, según comentó.
La naturalidad fue otra de las características puestas en valor: ‘Lo más puro es lo que uno hace natural. ¿Qué hay más difícil que estar natural delante de un toro, sin forzar ni estar rígido?’ explicaba Ginés Marín. Los alumnos de la escuela se animaron a seguir las indicaciones de una de las promesas del toreo, mientras alrededor se escuchaban comentarios espontáneos positivos acerca de la escena taurina que se vivió en La Alcazaba.
La actividad, organizada por la FIT, empresa gestora de la plaza de toros, promocionó la tauromaquia bajo un marco singular y cultural, que invitó a volver a recorrer los pasillos de la fortificación malagueña a aquellos que no la conocían o la habían visitado en su época estudiantil.