21 
El toreo son emociones fuertes. Desde el valor extremo a la sutileza con la que se acaricia una embestida. Desde el oficio precoz hasta la madurez plena. El toreo se alimenta también de estos contrastes. Gonzalo Caballero volvió a jugarse el todo por el toro. A carta cabal, además. Porque sabe que no se mueve con la muleta en la mano y con la espada se tira donde los animales hieren. En cambio Juan Bautista meció a los toros, los llevó suave en cada embestida y mostró ese punto que da el conocimiento. Le cortó una a su toro y otra al de Caballero. David Mora estuvo a punto pero el palco no valoró lo bueno que hizo de un noble y bien presentado encierro de Joselito al que, con más fondo, hubiese sido grande.
Lanceó con gusto y clase Juan Bautista al cuarto, bien presentado. El toro se desplazó con nobleza y prontitud en los primeros tercios, cualidad que aguantó en un primer tramo de faena en el que el francés se gustó. Desde el inicio de rodillas, hasta los remates encajados y desmayados. Bautista mostró el momento de madurez que atraviesa. El toro se desinfló en la segunda parte de la labor pero el público ya estaba metido en la faena. Con la espada dejó un estoconazo en la suerte de recibir de premio que le sirvió para cortar la primera oreja de la tarde.
El colorado y cuajado sexto estaba en el lote de Gonzalo Caballero pero, ya operado, no pudo darle muerte. En su lugar Juan Bautista salió dispuesto a rematar lo bueno que había dejado en el cuarto. Lo recibió de rodillas con el capote. El toro se entregó, humilló y se desplazó muy suave. Ya en la segunda parte más a media altura pero siempre dejando un buen fondo de nobleza.Bautista volvió a demostrar su toreo encajado y con sabor. La tanda final con la mano izquierda o los ayudados por abajo previos a otra estocada recibiendo -esta un punto desprendida- sirvieron para que cortara la oreja que lo manda por la Puerta Grande de Santander.
Gonzalo Caballero lo dio en el tercero. Tanto fue así que le cogió hasta en tres ocasiones, a cual más fea y violenta. El toro, acucharado de pitones, salió suelto desde el recibo capotero. Nunca estuvo fijo en el capote y en la muleta del torero madrileño. Caballero firmó un derroche de valor, siempre cruzado al pitón contrario y de mucha hondura. En una tanda sobre la mano derecha, fue prendido por primera vez en la parte posterior del muslo derecho. La voltereta fue espectacular. Una vez recompuesto, la faena tomó enjundia sobre el pitón derecho con el toro desplazándose y los muletazos de mucho calado en los tendidos. El final, se metió en los pitones sin corregir las zapatillas en ningún momento. No se alivió al entrar a matar y, en el primer encuentro, fue zarandeado de forma espectacular y escalofriante. En el suelo, se lo llevaron a la enfermería pero, en un acto heróico, el torero volvió al ruedo sin la chaquetilla y con evidentes gestos de dolor. Otra vez se cruzó y se tiró recto para esta vez sí, ser prendido por el bajo vientre. Volvió Caballero a la enfermería con evidentes gestos de dolor. Juan Bautista terminó con el toro.
Más alto, vareado, un punto montado y con las puntas hacia adelante fue el jabonero segundo al que David Mora recibió encajado a la verónica. Superior la larga de remate. Al toro le costó desplazarse a pesar de la nobleza que le hizo moverse hasta que fue Mora el que tuvo que extraer cada muletazo. Destacó la apertura por abajo, con cambios de mano sensacionales. No acompañó el oponente cuando el torero quiso apretarle por abajo. La estocada fue de libro pero el presidente no atendió a la petición que se quedó en una vuelta al ruedo.
El grandón quinto fue el más deslucido del encierro. Muy parado y con poco fondo, fue la materia prima con la que, a pesar de todo, David Mora mostró su mejor actitud. Muy solvente, logró sacarle buenos muletazos. Además, dejó una buena estocada.
Serio, bien hecho, aleonado, un punto alto, astracanado y tocado de pitones fue la irreprochable presentación del primer toro de El Tajo. Juan Bautista lo recibió con verónicas a pies juntos para, después, firmar un vistoso quite por faroles intercalados con caleserinas. Se quedó y esperó en banderillas aunque humilló en el capote de Rafael González. El francés estuvo asentado sobre la mano derecha en varias tandas que alargó las buenas embestidas que ofreció hasta que se apagó pronto. Por el izquierdo, el toro protestó cuando tocó la muleta por culpa del viento. Se alargó con el descabello, lo que deslució el final de su actuación.