El Juli ha defendido esta tarde en Santander el trono del toreo delante de otro Rey, de Roca Rey. Porque con su faenón a un toro que nadie excepto él vio,Juli ha dicho, muleta en mano, que va a haber que arrimarse mucho, muchísimo, para quitarle tal posición de honor. Le respondió Roca en el sexto al modo de una figura del toreo, con un faenón y un arrimón impresionantes. También dio su versión de los hechos Miguel Ángel Perera, sobresaliente toda la tarde.
Los tres salieron en hombros en la quinta de Santander con una corrida mediocre de Garcigrande-Domingo Hernández que, de caer en otras manos, no hubiera tenido prestaciones. Las tres figuras -consolidadas o por llegar- dieron fiesta y grandeza a sus toros gracias a un saber que incluyó dominio de terrenos, distancias e intensidades… Solo así sacaron el fondo de una corrida que no pareció tenerlo. Se nota la competencia y la autoexigencia de cada torero en esta temporada. Algo se imaginaba, quizás, un público que llenó en masa y en medio de un gran ambiente el coso de Cuatro Caminos, con en torno a 10.000 personas.
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Abrió plaza un toro fuerte, algo basto, de mazorca ancha y bajo de cruz al que lanceó El Juli a la verónica y galleó por chicuelinas al caballo, donde lo mimaron con un puyazo señalado. Fue buena, especialmente la media de remate de su quite por chicuelinas. Inició de muleta, tras un brindis al cielo, con la pierna flexionarla para que el toro fuese hacia adelante  En los medios le sacó una tanda con el toro sin meter la cara del todo, pues derrotaba. Lo contrarrestó Julidándole tiempo entre series para recuperarse. El animal se defendía soltando la cara, aunque Juli buscó llevarle metido en la muleta. Todo ello por el pitón derecho, porque por el izquierdo, ni uno. El remate ya fue en la corta distancia en el último tramo de faena. Estocada trasera y tendida para rozar una oreja solicitada por un sector.
Más fino de cabos pero de buenas hechuras, el cuarto copió la salida de sus ‘hermanos’ y se quiso quitar la vara, además de echar la cara arriba en los capotes. El Juli le dio la distancia justa, pasándolo a media altura sin apretarlo de inicio. Sí lo hizo a partir de la segunda. La muleta por delante y hasta atrás para hacer romper al animal. Le admitió entonces una tanda al natural más larga y exigente. Perfecto Juli al conseguir que el toro rompiera y de eso se aprovechó en otra serie al natural soberbia, con dos muletazos de figura erguida. A esas alturas ya era otro toro. Solo él lo había visto y terminó por conseguir lo que se planteaba. También hubo toreo con la derecha, ceñido. Con el animal exprimido Juli insistió con la firmeza de su sitio de gran figura. Sin dejarse ir al toro, el madrileño remató una labor perfecta en todo: planteamiento, estructura y remate. Dos orejas de mucho peso.
Estrecho de sienes y bien presentado, el segundo no mostró celo ni tras un puyazo leve. Perera quitó por altaneras antes de un tercio de banderillas complicado, con el toro cortando mucho a la cuadrilla. En los medios dio distancia Perera para iniciar una faena de mando y firmeza. El animal nunca quiso romper para adelante en sus embestidas, rectas pero incompletas. Además, protestaba al final del muletazo, lo cual deslucía, si bien tuvo movilidad y duración. El torero extremeño supo leerlo bien porque si enganchaba al toro este se pondría violento. Faena exigente por la dificultad del animal desde el embroque hasta el final de la embestida y de cara a ligar la siguiente. En el tramo final, Perera se puso más en corto con la mano derecha para exprimirlo. Estocada corta en el sitio y oreja.
Perera recibió a pies juntos al quinto, fino y con cara y tan falto de celo inicial como los anteriores. La buena lidia de Curro Javier en banderillas pudo ayudarle a mejorar su comportamiento. Desde el comienzo se notó la competencia y por eso Perera lo dio todo en busca del triunfo. En los medios fue obligando poco a poco al animal para exprimirlo, pues quería por abajo. Emoción en los cites por lo ceñido de cada embroque. La tercera tanda fue muy buena, de muleta enganchada al hocico del toro y con uno de pecho eterno. Tras un ‘impasse’ con la zurda, volvió al pitón derecho, ya con el Garcigrande a menos en celo. Faena inteligente a un toro con movilidad pero sin clase y de duración justa. Listo Perera, que cortó una oreja tras estocada y descabello.
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Abanto y sin celo, y de pitones vueltos fue el estrecho de sienes sorteado tercero, que también marcó querencia inicial. El animal se movió siempre a su aire en los primeros tercios, con una lidia cuidada. Roca Rey se puso de rodillas en el centro del ruedo, una auténtica declaraciones de intenciones frente a dos figuras. El toro se vino ‘como un tren’, pero pronto perdió velocidad, sin abrirse tanto. Aguantó bien el peruano esos envites. En los mismos medios siguió toreando sobre la mano derecha, pero su oponente seguía marcando poco celo, elemento clave en la faena. Eso y su tendencia a las tablas, adonde no le dejó irse Roca Rey sujetándolo con los vuelos. Faltaba emoción y se la puso el torero en un cierre con arrimón. Llegó el calor del público, pero falló con la espada y todo quedó en ovación tras aviso.
Algo acucharado de cara, el bajito ‘cierraplaza’ se las piró al sentir la puya y tuvo que volver a entrar en un tercio muy leve. Roca Rey quitó por saltilleras cambiándole el viaje al toro para acabar con caleserina. Arreó mucho el peruano, por estatuarios y un farol para luego ligar las tandas en la boca de riego sin dejar que se fuera el toro, que iba muy humillado pero frenado sobre las manos, como dolido del inicio de faena. Cambió ahí a la izquierda el torero, pero su oponente no desarrolló igual ritmo en sus embestidas, más agarrado al piso; difícil porque al tercero le costaba mucho seguir. Acortó distancias Roca, aguantando parones, y tiró de repertorio en circulares, poniendo los muslos en los pitones. Tremendo arrimón el suyo y respuesta total en el tendido. El espadazo no menos impactante y efectivo le puso el triunfo en bandeja: dos orejas.