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José Garrido se jugó la vida en Madrid. Porque no hay escape posible en un quite de rodillas con el capote a la espalda y en los medios. Citando para un farol, luego una caleserina… y aguantando la tardía respuesta del sexto deAlcurrucén, que cuando arrancaba se iba hacia él, Garrido llevó la emoción y el miedo a la plaza. Nada de alivio en un quite de máximo riesgo.
No era la primera vez que se echaba de hinojos al ruedo de Madrid esta tarde de viernes. En el toro de su confirmación, que minutos después le voltearía, comenzó faena en los medios y de rodillas también. Fue una tanda excepcional, por cierto. Por temple y largura, toreando como quizás alguno no hiciera de pie.