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viernes, 15 de julio de 2016

Lisboa quiere a Padilla


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Juan José Padilla es un caso que sobrepasa el simple acto de la corrida. Su tremenda cornada, su lucha para volver, su carisma como torero y su trayectoria como persona le catapultaron a un cariz mediático que envuelve a todos los públicos. Los aficionados y los curiosos que se acercan al espectáculo para ver a Padilla. Lisboa le esperó y con simpatía le mimó toda la noche.
Padilla, como los restantes artistas, lidió un encierro de Varela Crujo, luciéndose en su primero con el capote en dos faroles de rodillas, seguido de verónicas a gusto. El toro tardeó en banderillas motivo por lo cual el tercio no fue tan lucido como es habitual en él. También con la muleta empezó de rodillas, para seguir por ambos pitones. Con su enemigo a menos, terminó adornándose en desplantes. A su segundo, Padilla le colocó tres pares de banderillas de magnifica ejecución. Era un toro que venía pronto y de largo. Inició su faena de rodillas en los medios y dibujó con la mano derecha cuatro derechazos rematados con el de pecho. El bravo de Varela Crujo siguió embistiendo largo y con codicia por ambos pitones y Padilla se rompió a torear con temple y a gusto. Fue una faena rotunda que encandiló a los aficionados y encantó al torero.
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Su alternante, Juan del Álamo, es un torero de otro corte. Más clásico, medido y artístico, con personalidad y duende. El pasado año cayó de pie en esta plaza y por eso volvió. Le tocó un castaño de bonitas hechuras, noble, con recorrido y durabilidad. Con él, Del Álamo construyó una faena compacta y torera con pases por ambos lados, rematados con ceñidos pases de pecho. Un labor de fino corte que agradó a los aficionados. A su segundo hubo primero que someter sus investidas brutas y violentas para después poder cuajar por bajo una faena de dominio y poder, con torería y mucho arte. El torero salmantino suplantó dificultades y puso entrega, oficio y arte en la arena, por lo que continua intacta su cotización en la plaza de Lisboa.
De la parte ecuestre del espectáculo se encargaron Luis Rouxinol y Luis Rouxinol Jr, padre y hijo, este aún sin alternativa de profesional. Su primera actuación fue al iniciarse el espectáculo y por colleras y lo hicieran con desenvoltura y gracia, mostrando a la vez experiencia y juventud. La serie de banderillas tuvo ritmo y calidad.
En la segunda mitad de la corrida salió el ‘Junior’, por lesión de su padre después de la lidia del primero, una lumbalgia que le imposibilitó para continuar la lidia. Lo hizo Luis Rouxinol Jr, que toreó los dos toros con soltura y irreverencia, arriesgando en suertes vistosas y con torería. Los embroques fueron emocionantes y los remates, con dominio de las suertes. Una responsabilidad que suplantó como si tuviera ya el dominio completo de las suertes. Un tramo que superó con distincion.
Pegaran los tres toros de la parte ecuestre los Forcados de Aposento de Alcochete, con eficacia y riesgo.

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